lunes, 21 de septiembre de 2009

¡No basta con producir!

Caminaba por las oscuras avenidas alumbradas con luces de neón y estridentes sonidos. La aparente diversión, el futuro de los ilusos que caían impávidos ante el menor destello de ver la luz y bajar a las profundidades una y otra vez. Pero, luego tras cada noche devenía el día, que no ofrecía nada. Nada, nada más que un montón de palabrerías apiladas por alguien que estuvó en su momento ocioso o por no menospreciar el valor de su trabajo, extremadamente ocupado de entender el mundo, sin vivirlo. ¿Acaso eso es vida? Efectivamente, si sos bueno en eso, te podrá traer provechosos dividendos. Pero hay que tener en cuenta que no llegamos a la realidad como ermitaños, apartados en montañas de tecnología que nos proponen una visión facilista de todo.
La vida desde la antiguedad ha sido en el mundo real, no en subrealidades alternativas. Y estos mismos sujetos que de día nadan en palabras, en la contracara van en búsqueda del mejor postón, que aparentemente les podría dar solución a sus vidas. Pero... ¡no, no es así!.
Pobres individuos que como hormigas del contexto ultralaboral recorren las carreteras del placer, mientras otros acuden al sueño en dónde arman sus vidas y entretejen toda una madeja de lo que harán o no con sus existencias. ¿Y que hay de las hormigas? Éstas no tienen nada más que hacer en su vida, que producir, producir. No conocen que es soñar, que es esperar algo de la vida. Aunque no todo está perdido, y cuando menos esperas vendrá un remezón al proceso hiperestructurado, para darle un motivo a la existencia, y adquirir la capacidad de soñar.