Escribir. Al qué le gusta hacerlo sufre por la escasez de tiempo, por la productividad extrema requerida actualmente en el mundo del trabajo y/o estudios, por la simple flojera propia del mundo post-moderno que caracteriza a la persona que prefiere andar vagando por los canales televisivos, viendo cualquier inmundicia que ofrezca la caja idiota o bien las variadas posibilidades que nos ofrece la internet para hacer cuestiones provechosas, sin embargo también muchas sin mayor realce para el desarrollo como seres integros.
Las palabras son una poderosa arma, que quien la sabe ocupar puede tener el mundo a sus pies. Mientras, quien no le da un uso conveniente cae lapidariamente como uno más dentro del montón de literatos trasnochados e hiperventilados que abundan en todo lugar de expresión.
No es mi intención darle una cátedra de lo que es escribir, ni menos decirle que se vea en la obligación de leer lo que escribo. Yo lo hago por gusto, no porque usted me lo pida, sino porque yo quiero. Y se puede decir que ésta es una especie de bienvenida a este nuevo espacio que hoy hago nacer. Pero, que mañana mismo si así lo estimo conveniente puedo hacer desaparecer.
Las palabras son una poderosa arma, que quien la sabe ocupar puede tener el mundo a sus pies. Mientras, quien no le da un uso conveniente cae lapidariamente como uno más dentro del montón de literatos trasnochados e hiperventilados que abundan en todo lugar de expresión.
No es mi intención darle una cátedra de lo que es escribir, ni menos decirle que se vea en la obligación de leer lo que escribo. Yo lo hago por gusto, no porque usted me lo pida, sino porque yo quiero. Y se puede decir que ésta es una especie de bienvenida a este nuevo espacio que hoy hago nacer. Pero, que mañana mismo si así lo estimo conveniente puedo hacer desaparecer.
